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miércoles, 23 octubre, 2024

Carlos Camuzzi: El productor santafesino que trabaja por la valorización del ganado

(Por Mónica Gómez)

“Para que la carne de oveja o de cabra se pueda encontrar en todas las carnicerías se debe aumentar la producción. La demanda está, pero si no tenés animales, no sirve de nada que peleemos por salas de faena o frigoríficos”, explica Carlos Camuzzi quien dirige la cabaña El Destino en la comuna Vera y Pintado de la provincia de Santa Fe.

El Destino fue un proyecto de Florentino, el padre de Carlos, quien por razones de salud tuvo que migrar al pueblo y desde 2010 delegó a su hijo sus funciones para continuar con la producción.

“En la cabaña nos orientamos al mejoramiento genético de reproductores para lograr un rendimiento óptimo del animal en su posterior faena”, detalla Carlos. Este productor, de 39 años, cuenta que a raíz de la sequía en la zona el índice de animales del que disponía sufrió un decrecimiento: “hoy tenemos alrededor de 150 cabezas de vientres, entre chivos y ovejas, dentro de unas 100 ha. Yo peleo porque más productores vean las virtudes de la cría del ganado menor. No es solo que sea rentable sino que permite el arraigo al campo, a la zona, al territorio, porque son animales que necesitan una atención permanente. Al no haber nada, la gente se va al pueblo o a la ciudad, y ahí se va perdiendo la vida rural”, se lamenta.

Radicado en el establecimiento, Carlos, sale todos los días a recorrer cabañas, exposiciones, al reparto de lo vendido y al encuentro con los demás productores para aprender de agrupaciones que ya están consolidadas en las acciones de las políticas públicas de la Ley ovina y caprina nacional 25.422 (2001), “destinada a lograr la adecuación y modernización de los sistemas productivos ovinos que permita la sostenibilidad a través del tiempo y consecuentemente, permita mantener las fuentes de trabajo y la radicación rural”.

Como productor de un sector minoritario en la provincia necesito de los otros que están en la misma. Así como capacitaciones específicas para mi zona y dar a conocer cómo  aprovechar también esas posibilidades que te dan los ovinos y caprino: como la carne o el excedente como el cuero y la fibra”, señala.

Estar organizado y ser parte de una red  formada por aquellos que mantienen la producción ovina y caprina como medio de vida es una de las luchas que este productor desarrolla desde donde aboga por la regularización de las salas de faena en su provincia: “Estoy a cargo de un Comité de Cuenca donde representamos a nueve comunas del centro norte de la provincia. Soy el tesorero y estamos trabajando para dar las soluciones a todos de manera integral, no es una cuestión individual. Hay que estar organizados para que se cumplan los requerimientos”, explica este productor que estará presente en el encuentro de intendentes santafesinos, chaqueños y misioneros en la localidad misionera de Apóstoles a mediados de septiembre.

Tengo ovejas porque me gustan. Si bien tengo reproductores, cuando hablamos de crianza, si tenés un campo chico, tenés que tener variedad de animales para que siempre haya un ingreso alternativo, así te aseguras que puedes venderlo para consumo. No es lo mismo la faena de un cordero, en tiempo y espacio necesario, que de un ternero”, cuenta.

La cabaña es su destino y fue el de su papá, por eso la llamaron de esa forma. “Este campo se llama así,  “El Destino”, porque encierra el hecho del destino en sí mismo. Además, para mí, que viajo tanto, termina siendo mi lugar de regreso. Acá le doy continuidad al trabajo de mi familia que tiene más de 50 años produciendo animales”, concluye.

Las acciones santafesinas

Antes de la llegada de la ley ovina, que sirvió de promoción, a producciones como ésta se la tenía como actividad secundaria: principalmente los ganaderos grandes o medianos criaban las majaditas para autoconsumo. Cuando llegó el auge de esta producción se comenzaron a ver como alternativa y se inclinaron por la elección de las razas dependiendo su propósito, incluso en otros lugares, como en la zona centro, donde antes predominaban los tambos. En esa zona hay cabañas donde se cría la raza Pampinta, la misma creada en el INTA La Pampa, para el desarrollo de un potencial triple propósito: carne, leche y lana.

En Santa Fe existe la Mesa Provincial Ovina-Caprina integrada por los siguientes  organismos: Ministerio de Producción, Ciencia y Tecnología; SENASA; INTA; Agricultura Familiar; Confederación de Asociaciones Rurales de la Pcia. de Santa Fe; Federación Agraria Argentina; Ley Ovina y Caprina, Facultades de Veterinaria y Agronomía, Colegio de Médicos Veterinarios e Ingenieros Agrónomos, Agencia Santafesina de Seguridad Alimentaria y ONG’s.

Las funciones de esta Mesa Provincial son: tener una perspectiva multisectorial de la actividad (sanidad, producción, faena, comercialización, capacitación, etc.), promover la producción ovina/caprina con valor agregado (faena cordero/cabrito pesado, chuleteado y/o trozado, envasado al vacío, cadena de comercialización, arte culinario, etc.), contribuir al desarrollo del sector en la provincia, planificar y concretar acciones, entre los integrantes de la mesa, a corto, mediano y largo plazo.

Hugo Torres es técnico profesional y asesora a  los pequeños productores de la zona desde la Secretaría de Agricultura Familiar de la provincia. Cuenta que hasta el año pasado se desempeñaba acompañando y articulando con un grupo de la zona de Cañada de 30 productores que tienen una majada de entre 50 y 100 ovejas hembras en producción y que la mayoría tiene este para la venta de carne y otro para la venta de reproductores.

Actualmente lo que se está haciendo es tratando de incorporar la genética de la oveja sin lana, de las cuales hay dos razas que están en boga y que son muy demandadas por los productores: la Santa Inés (exclusiva para carne) y la Polwarth”.

Este cruzamiento de razas, que Hugo explica entre las lanudas y la deslanada se realiza para ir bajando el porcentaje de descarte.

“El grave problema que tenemos son las temperaturas, si o si tenemos que esquilarlas al entrar en la primavera y, por otro lado, esa lana tiene un costo y termina como descarte”.

Argumenta que no solo es una pérdida el hecho de la esquila sino que además influye en el porcentaje de alimentación del animal: “más o menos un 40% del nutriente que ingiere el animal va a la producción de lana, es decir el productor está invirtiendo en lo que despues sera un desperdicio”.

El otro cuello de botella que Hugo ve como traba, en casi todas las provincias, es la faena: “creo que al productor lo instruimos para que aumente la majada y cuando llega el momento de faenar el cordero lo tiene que realizar debajo del árbol como quien dice, porque no hay frigorífico para esa categoría”. Y continúa: “dentro de la ley se contempla este punto, pero lo difícil está en que las provincias tengan los recursos para realizar los frigoríficos. Lo que se está tratando es que algún frigorífico grande incluya dentro de su establecimiento un día de la faena del ganado menor. El técnico reconoce que existe también el problema del stock: “esta zona no es como en el sur que tenes gran cantidad para detener la industria de un frigorífico, acá se necesita como mínimo cinco o más jaulas de ovino o de caprino para faenar” concluye Hugo.

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