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miércoles, 1 mayo, 2024

Andrea Pereira Gómez: “Con las semillas del yerbal de mi papá produje 25 mil plantines para vender desde mi casa”

(Por Mónica Gómez)

Se dice que en el campo las horas pasan lentas, que el tiempo camina pausado y que las labores son mansas. Se dice que es calmo, fácil y sereno, pero esto no es así. Vivir y vivirlo no es tarea para flojos, es mantener inerte la voluntad de sol a sol. Es un sentimiento constante de acción y reacción. La chacra es sinónimo de trabajo con las manos, la mente y el corazón.

Andrea Pereira Gómez y Aldo Falcón viven, junto a sus tres hijos: Abril Rivero, Eithan y Genaro Falcon, en Andresito; la localidad misionera más distante de la capital provincial.

La familia hace más de dos años que residen en su chacra en las afueras de la ciudad. La propiedad fue del padre de Aldo, un viejo aserradero que hoy están poniendo con mucho esfuerzo a punto.

“Hacía 20 años que el lugar estaba abandonado. Su papá falleció y desde ahí nadie lo continuó. Al principio tuvimos que endeudarnos y cuando nos dimos cuenta estábamos debiendo un dineral. Fue recuperar todo, desarmamos las máquinas para limpiarlas porque el tiempo, la lluvia y sol no las abandonaron. Al final, con trabajo y con plantines de yerba pudimos pagarlo”, comienza.

El aserradero es el motor del sustento familiar, y también su hogar. La edificación de madera que se encuentra en el mismo predio, se asoma como un claro ejemplo de que los sueños son posibles. Todo se construye en armonía, entre el tinglado, las grandes herramientas y los troncos que descansan en frente de la casa, recrean un espacio ganado, en pos de un futuro para sus hijos. Aun así, la maravilla de esta morada, además de ser quienes la habitan, es el espacio posterior a lo que todavía está en camino de convertirse en vivero.

El paso al patio trasero de su vivienda se convierte en un pasaje a un mundo entre árboles, hamacas que cuelgan bajo las sombras, frutales y plantas que condicionan cualquier día caluroso. Ese pequeño espacio tapizado de vegetación misionera expresa que después de tantos años, ella no dejó de lado su amor por el “rozado”.

Andrea cuenta que fue criada por su padre Miguel Pereira Gómez, junto a sus dos hermanos y que conoce y vivió la chacra, desde niña.

“Mi papá era un pequeño agricultor. Siempre fue yerbatero, pero no tenía mucho para plantar y en esas épocas, la yerba no daba lo mismo que hoy. Tuvo que salir a trabajar afuera y además lo hacía en su chacra, con nosotros, porque no alcanzaba”, relata así el sacrificio de su familia. Y continúa: “Yo no estudié, pero tengo muchos conocimientos del campo y es por ello que con la venta de plantines de yerba mate me sirvió para colaborar con la economía de la casa”, explica.

El valor de cada planta que nace en su vivero, es un reflejo satisfactorio y lo manifiesta al contar que obtiene las semillas de las plantaciones de su propio padre.

“Aldo no tenía tiempo para ayudarme y para mí, el trabajo que él hace es muy pesado. Entonces mi papá me dijo: Andrea tenés espacio, agua, sabes plantar y empecé solita.  Como no podía ir a la chacra todos los días porque tengo que estar yendo y viniendo con los chicos por la escuela, en diciembre me fui a cosechar las semillas entonces comencé a hacerlo en mi casa”.

“Solita” como ella lo dice, este año preparó más de 25 mil plantines, desde su hogar, y comentó que las ventas fueron en su mayoría por redes sociales a los productores de la zona. Esta es una de las ocupaciones que realiza. Además, trabaja en un hogar de tránsito de menores donde asiste dos veces por semana, acompaña a un grupo de mujeres en colaboraciones para su localidad, estudia y sin contar que auxilia a su esposo cuando es requerida. Un dato no menor es que las máquinas del aserradero funcionan a fuerza. Es por ello que Andrea afirma que es falsa la creencia de que en la chacra se trabaja más tranquilo que en la ciudad, ella asegura “Se trabaja más todavía”. Y es que, en relación a ello, detalla una larga lista de las actividades que realiza a diario.

“Creo que la ventaja del aire del pueblo está en que todo se hace más rápido, ir al banco, hacer un trámite, aquí somos pocos entonces no te lleva mucho. Pero como nosotros vivimos y trabajamos en el mismo lugar:  terminas una actividad, te falta la otra, mientras tanto vas adelantando y así nunca te detenés”, explica.

A Andrea la llena de orgullo su lugar, su familia, su vivero y es una vecina más, que anhela una ciudad con crecimiento en infraestructura, educación y producción.

“A mi casa vino a almorzar el ministro del Agro Facundo Sartori y eso es gratificante. Esta zona no es de paso, quien viene a Andresito, termina aquí. No estamos en el camino hacia otro lugar, entonces cada acción y nueva fuente de trabajo es muy importante. Tal vez, no sea ni para mí, ni para Aldo, pero se espera que la gente conozca el crecimiento del pueblo. Hay mucho empuje que no se ve, ni se sabe, por la lejanía donde estamos. Aun así, seguimos apostando a nuestra tierra”, concluye Andrea.

 

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