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sábado, 20 abril, 2024

La confianza del emprendedor se hace en pareja

Por Lic. Gonzalo Merlo – GH Soluciones

 

¿Qué papel juega la pareja cuando se trata de fortalecer la confianza de un hombre o una mujer de negocios?

 

Un emprendedor carente de confianza puede convertirse en un emprendedor frustrado e infeliz. La confianza es un elemento clave para el desarrollo personal y, por supuesto, para los negocios. Sin embargo, ¿qué papel juega la pareja cuando se trata de fortalecer ese aspecto del emprendedor?

 

Construyendo paso a paso

La palabra confianza resulta del prefijo con que significa “junto” o “todo” y fides que se refiere a “fe”; por lo tanto, quiere decir “con toda la fe” o “con toda la convicción”. Para que un emprendedor se sienta confiado debe comenzar por tener confianza en sí mismo, es decir, tener toda la convicción de que es un emprendedor exitoso.

Suena fácil, pero en la práctica suele ser un ejercicio bastante complejo; sobretodo porque el entorno para emprender se torna cada vez más complejo. Si bien no es nuestra tarea analizar los aspectos técnicos ligados al negocio, lo cierto es que la sensación de confianza se puede trabajar de manera permanente en casa. Aquí van siete pasos que nos han ayudado mucho para enfrentar el tema y, aunque no siempre nos ha salido bien, seguimos practicando con paciencia y empatía.

 

Paso uno: obstáculos en los que podemos trabajar desde casa

Un primer paso consiste en identificar los posibles obstáculos que enfrenta nuestro emprendedor; muy probablemente algunos de ellos no estén en nuestras manos. Sin embargo, con este análisis notaremos que existen otros factores en los que sí podemos —y debemos— incidir. Particularmente podemos aportar en la construcción de un ambiente en casa que permita el desarrollo de la creatividad, el descanso y sobretodo, que constituya un verdadero refugio para hablar con libertad de lo que nos preocupa.

 

Paso dos: reconocer la sensación de desconfianza

Si nuestro emprendedor se siente desconfiado hay que advertir que es una sensación natural y en ese sentido conviene no juzgarlo ni criticarlo, sería tanto como decirle a una viuda que, por favor, no se sienta triste. La empatía con el que emprende es un elemento clave para que la pareja funcione bien.

Particularmente si es la primera vez que emprende o si ha tenido experiencias anteriores un tanto desalentadoras, la clave está en tener nuevas herramientas para enfrentar esa falta de certeza hacia el futuro.

Basta buscar algunas biografías de emprendedores destacados para ver que todos ellos han tenido momentos de desconfianza. Algunos habrán salido más rápido de ese estado que otros; pero todos coinciden en que la falta de confianza es una constante cuando se enfrentan nuevos retos. Eso no está mal, lo preocupante sería que nuestro emprendedor se estanque en ese punto.

 

Paso tres: aceptar la incertidumbre del mañana

Ciertamente no tenemos una pista de lo que sucederá en el futuro de nuestro emprendedor y mucho menos en nuestro futuro como pareja, pero sí tenemos la posibilidad de aceptar esa falta de certeza.

Cuando las personas aprenden a navegar confiados en la incertidumbre del mañana, curiosamente se convierten en seres mucho más confiados y felices. Uno de sus secretos mejor contados es saber que en el pasado se preocuparon por situaciones que en realidad nunca ocurrieron y, por lo tanto, dejaron de invertir energía en ello ocupándola ahora en acciones presentes para alcanzar sus sueños.

Como parejas de un emprendedor es fundamental colaborar en ese sentido, es decir, abonando a un buen presente que quite las preocupaciones por el futuro. Esto no quiere decir que derrochemos nuestro patrimonio porque es probable que no vivamos para pagar esas deudas (muy probablemente sí tengamos que hacerlo); lo que en realidad pretende decir es que más vale ser responsables del presente que angustiarse por la falta de certeza en el futuro.

 

Paso cuatro: una buena carga de optimismo

Además del actuar responsable y solidario con nuestra pareja, agregar una dosis de optimismo a lo cotidiano nunca está de más. Uno de mis mejores consejos es limitar el tiempo que se destina a la escucha de noticieros y personas que suelen compartir solamente noticias negativas. Está comprobado que el entorno se hace sombrío en la medida que permitimos contribuciones que generan miedo y tristeza.

La propuesta no es encerrarnos a piedra y lodo en un mundo ajeno a la realidad, sino más bien tomar con reservas a quienes informan negativamente esa realidad. Si usted y su emprendedor se rodean de personas positivas es muy probable que logren construir un ambiente positivo en casa, lo que a su vez detonará la sensación de tranquilidad y confianza.

 

Paso cinco: Y ¿qué hacemos con los miedos?

Los miedos siempre van a estar ahí. Incluso el más arrojado personaje que le venga a la mente habrá sentido miedo alguna vez en su vida, porque se trata de una condición natural. Por lo tanto, los miedos hay que hablarlos tantas veces como sea necesario.

Ponerlos sobre la mesa sin miedo (¡valga la redundancia!) y escuchar atentamente a nuestro interlocutor es una estrategia muy poderosa para enfrentarlos. Invitar a nuestro emprendedor a abordar estos temas álgidos puede resultar un ejercicio sumamente enriquecedor; la condición para que funcione —otra vez— es no juzgar ni criticar, solo escuchar con mucha paciencia. En estas formas de diálogo, quien expone lo que le preocupa suele encontrar muy pronto la solución en su propia manifestación de lenguaje.

 

Paso seis: el poder de visualizar

Propóngale a su emprendedor que visualice esa situación que le genera desconfianza como si fuera una película. Anímense a verlo juntos agregando tantos elementos como imaginación puedan aportar y disfruten viendo cómo los personajes y el contexto se moldean hacia el resultado final que tanto esperan.

Visualizar no es solo un ejercicio de creatividad, en realidad ayuda a la exploración de soluciones y alternativas que de otra manera no podríamos considerar.

 

Paso siete: ¡confíe en su emprendedor!

Quizá este último paso le suene absurdo, pero créame que no lo es. Recientemente me descubrí pensando en que mi emprendedor no sería capaz de enfrentar un reto comercial que le quitaba el sueño. Aunque no se lo dije abiertamente, él percibió mi miedo y lejos de fortalecerse, sus propias dudas se incrementaron. Una vez que identificamos esta situación nos dimos cuenta de que los miedos hay que compartirlos, pero no contagiarlos. En realidad, su emprendedor, como el mío, son capaces de hacer lo que se propongan —no importa qué tan difícil parezca ahora— la diferencia puede estar en cerrar filas y hacer equipo para superar juntos un paréntesis de desconfianza.

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