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jueves, 28 marzo, 2024

Red de radares: Celebra una década al servicio del productor

Con un alcance de cobertura de 46 millones de hectáreas de la región Pampeana, la red de radares del INTA, ubicados en Pergamino –Buenos Aires–, Anguil –La Pampa– y Paraná –Entre Ríos–, cumple 10 años al servicio del productor agropecuario y en beneficio del sector. Crecer y perfeccionarse, las nuevas metas para la herramienta.
Esta herramienta del INTA permite disponer de manera gratuita y online de datos de calidad e informes detallados para el seguimiento y análisis del impacto del clima sobre las producciones agropecuarias, clave para la toma de decisiones. Ampliar la red de sensores y mejorar la calidad de los datos, entre los objetivos a futuro.
Pablo Mercuri , director del Centro de Investigación de Recursos Naturales (CIRN) del INTA Castelar, destacó el rol de la red de radares del INTA y celebró su 10° aniversario al servicio del productor agropecuario: “Esta herramienta representa una decisión institucional trascendental que se destaca por la calidad de los datos e informes a corto plazo, de acceso libre y gratuito, en formatos interoperables que pone a disposición de la comunidad de manera ininterrumpida durante una década”.
“El productor agropecuario es el más ansioso y ávido de información climática para una buena toma de decisiones en sus establecimientos, seguido por el sector de la aviación, bomberos y defensa civil”, aseguró Mercuri quien reconoció que la red es muy valorada y recurrida por estos usuarios.
Por su parte, Roberto De Ruyver , director interino del Instituto de Clima y Agua del INTA Castelar, coincidió en la importancia y utilidad de la herramienta por parte de los productores y aseguró que “la red tiene mucho potencial para seguir generando productos a partir de la información que genera”.
A su vez, indicó que los radares del INTA están integrados operativamente a los del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), lo que los hace parte de una red de radarización nacional. En esta línea, destacó: “Es muy interesante que todo el país esté bajo radares, incluso, más allá de las zonas productivas” y agregó que “hoy quedan pocas zonas sin cobertura en el centro y norte del país”.
El desarrollo del INTA permite un completo seguimiento y análisis del impacto del clima sobre las producciones agropecuarias. “Los usuarios del sector agropecuario son muy autodidactas y aprenden rápido a implementar este tipo de herramientas”, detalló Mercuri quien, además reconoció que una de las mayores demandas es la de poder visualizar en tiempo real cómo avanza un frente de tormenta.
“Así, modifican y manejan a muy corto plazo decisiones de cosecha, pulverización y demás cuestiones trascendentales para la actividad”, explicó.
Otro de los aspectos destacados de la herramienta es la capacidad de almacenamiento de datos. “La información generada durante la última década está guardada y es de un valor único para todo lo que tiene que ver con modelización hidrológica y sistemas de alerta temprana, como así también para todo lo relacionado con riesgo agropecuario, emergencias y herramientas de transferencia como los seguros”, subrayó.
En este sentido, Mercuri explicó que “el análisis e interpretación de los datos climáticos de la última década permite concluir sobre cuáles son las zonas por las que pasan con más frecuencia tormentas graniceras, vientos intensos y las lluvias fuertes”.
“Es una herramienta de un valor técnico incalculable”, sentenció, al tiempo que destacó la importancia de que sea pública con los datos primarios libres y disponibles para todos: “Fue un gran esfuerzo institucional lograr este principio”.
Por último, no dudó en asegurar que “el INTA fue pionero en la instalación de estos tres radares meteorológicos, dado que en ese entonces sólo había dos que se le alquilaban a Rusia en Mendoza, uno en Ezeiza que opera en SMN”.
Mejorar la calidad y generación de datos, la meta
“Si bien no tenemos planes para instalar nuevos radares, sí vamos a aumentar la calidad de los datos obtenidos e incrementar la red de sensores”, adelantó Mercuri quien explicó que “van a integrar la red solarimetrica con la agrometeorológica, a partir de una nueva combinación de variables, a fin de lograr nuevos índices climáticos”.
A su vez, se refirió al trabajo articulado que realizan con la secretaria de Recursos Hídricos de la Nación y el INVAP, quien busca instalar 10 nuevos radares e integrar los datos del INTA a esa red.
Por su parte, De Ruyver explicó que en la red nacional de agrometeorología del INTA confluyen los datos de las estaciones convencionales, dispuestas en las experimentales del organismo desde la década del 60, sumado a la información provista por los radares y a la generada por la red de 144 estaciones automáticas.
“En INTA contamos con 50 años de registros ininterrumpidos de estadísticas agroclimáticas”, detalló el técnico de Clima y Agua, quien agregó que “junto con el SMN, trabajamos para validar y consistir tres variables de datos –lluvias, temperaturas máximas y mínimas– del historial, a fin de darle calidad a los datos”.
Actualmente, ambos organismos continúan con la recopilación de datos meteorológicos que luego son sometidos a un control de calidad compartido y predefinido a cumplir a fin de obtener información verídica y de calidad.
Radares: qué son y cómo funcionan
Los tres radares meteorológicos del INTA están instalados en las localidades de Pergamino –Buenos Aires;  Anguil, La Pampa y Paraná, Entre Ríos. De origen alemán y de la marca Gematronik, cada uno, tiene un radio de alcance de 240 kilómetros alrededor de la antena que, integrados en una red, cubren 46 millones de hectáreas de la región Pampeana.
Un radar es un sistema de teledetección que posee una antena emisora de un haz energético en forma de pulsos en el rango de microondas. Cuando un pulso emitido intercepta en la atmósfera un elemento, la onda emitida rebota y regresa a la antena desde donde el pulso fue emitido. La intensidad del eco o rebote permite determinar si la precipitación se presenta como lluvia, nieve o granizo.
“El radar meteorológico es la herramienta fundamental para monitorear y determinar la ubicación de áreas con precipitación y fenómenos severos meteorológicos de alto impacto, en un contexto de variabilidad climática con precipitaciones, cada vez, más intensas y severas”, detalló Yanina Bellini, especialista en ciencia de datos del INTA Anguil, La Pampa.
En este sentido, especificó que “el radar es capaz de detectar ecos de precipitación, sólida o liquida, en un rango variable y con una gran resolución espacial y temporal además de una importante precisión”.
Con la ayuda de un complejo sistema de programas se representa en imágenes la distribución de las partículas de agua y granizo detectados en la atmosfera, lo que permite visualizar la evolución de tormentas y predecir su desplazamiento sobre el terreno.
El radar de Pergamino es de simple polarización, mientras que los de Paraná y Anguil son de doble polarización. “La polarización determina la capacidad del radar de obtener mayor información y por ende identificar mejor el tipo de hidrometeoro que se encuentra en el medio precipitante”, detalló Romina Mezher, especialista del Instituto de Clima y Agua del INTA Castelar 
(Noticias AgroPecuarias).

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